TORREALTA SE GANA UN MERECIDO DESCANSO.
Corridas Generales de Bilbao. 7ª de abono. Cinco toros de Torrealta, impropios para Bilbao por anovillados, justos de presentación salvo el cuarto, algo más cuajado, todos flojos y descastados. Un toro de Javier Pérez Tabernero, que remendó la corrida, justo de presentación, con genio, se apagó pronto. El Cid, ovación y algunas palmas; José María Manzanares, aplausos en ambos; Eduardo Gallo, oreja y palmas
Los Torrealta se ganaron un merecidísimo descanso después de varios años de desvergüenza. Mala, descaradamente mal presentada, se permitieron el lujo de enviar cinco toros impropios a una plaza como la de Bilbao. Lo peor de todo es que tanto la autoridad como la Junta Administrativa tragaron escandalosamente. Tuvieron que remendar la corrida con un toro de Javier Pérez Tabernero, hecho impensable hace unos años. Así de mal están las cosas en Bilbao.
La reflexión es clara: si otros, con menos motivos han sido defenestrados de Bilbao, esperamos y deseamos que la Junta Administrativa de unas largas vacaciones al Señor Borja Prado, porque es de muy poco señor lo que ha hecho este año. Ahora bien, ya sabemos que para algunos miembros de la Junta Administrativa vale más un buen apellido que una corrida medianamente decorosa.Los novillotes salieron descastados, blandos, sosos. Fue un compendio de horrores que sirvieron en bandeja el sopor en el tendido. A discreción, para que nadie se quedara con ganas de aburrirse.
A todo esto El Cid pasó olímpicamente de todo. Despegado, fuera de sitio y abusando del pico, cerró una feria que nada tiene que ver con la gesta del año pasado. Le vimos con desgana y tomándose libertades que ningún matador debiera tomarse en un aplaza como ésta.
Manzanares hijo hizo intentos pero fueron vamos. El encastadito toro de Javier Pérez Tabernero empujó con más fiereza que bravura en el caballo, derribando en ambos encuentros pero apagándose y rajándose después. En el quinto poco más pudo hacer ante un adefesio horrendo.
Eduardo Gallo, a pesar de no hacer el toreo supo sacar tajada de un noble toro al que le administró una faena con poco sentido de las distancias y los terrenos. Toreó hacia fuera y dio síntomas de ser un torero triste y aburrido. Metió la espada, oreja. En el que cerró festejo únicamente pudo poner voluntad.
Preocupante deriva la que está tomando Bilbao, donde parece que vale más un buen apellido que un toro digno para esta plaza. De escándalo.
E. Lorenzo.